Entre ilusión, oración y un profundo deseo de encuentro con Dios, un grupo de 44 peregrinos de la Parroquia Beata María Ana Mogas emprendimos recientemente una peregrinación a Medjugorje, ese lugar que desde hace décadas se ha convertido en un faro espiritual para miles de creyentes de todo el mundo. Lo que comenzó como un viaje compartido terminó siendo una experiencia transformadora que dejó una huella imborrable en nuestros corazones.

Un viaje guiado por la fe
Desde el primer momento, la peregrinación se vivió como un auténtico camino interior y comunitario. Cada día estuvo marcado por la oración, la participación en la Eucaristía, los espacios de silencio en la Adoración Eucarística y la Confesión, que nos permitieron abrir el corazón a la gracia. Medjugorje, con su ambiente de paz y recogimiento, nos invitó a detenernos y a escuchar la voz de Dios en medio de la vida cotidiana.

Subida al Monte de las Apariciones
Uno de los momentos más significativos fue la subida al Monte Podbrdo, el lugar donde se relatan las primeras apariciones de la Virgen. A pesar del esfuerzo físico y de la incesante lluvia, cada paso estuvo impregnado de devoción. Allí presentamos a María nuestras intenciones personales, las de nuestras familias, las de los niños del colegio Tres Olivos y las de toda la comunidad parroquial.

Una comunidad que crece en fraternidad
Más allá de los lugares y de las oraciones, esta peregrinación nos regaló algo igualmente valioso: la fraternidad. Los 44 peregrinos, de edades y realidades diversas, vivimos con gran espíritu de comunidad. Las conversaciones, los cantos, los gestos de ayuda mutua y las risas compartidas fortalecieron los lazos que nos unen como familia parroquial.

Un mensaje que nos impulsa a seguir caminando
Regresamos a casa agradecidos y renovados. Medjugorje nos recordó la importancia de la paz del corazón, de la oración diaria y de la confianza en Dios. Ahora, como comunidad, sentimos el llamado a seguir construyendo la paz allí donde estemos, tal como nos invita la Virgen.
Nuestra parroquia Beata María Ana Mogas vuelve de esta peregrinación con el deseo de seguir creciendo en fe y en servicio. Que lo vivido sea semilla de esperanza para toda nuestra comunidad, y que la Virgen María nos acompañe siempre en nuestro camino.



