Todos los años tenemos que volver a lo mismo, a explicar por qué no es correcto que un cristiano celebre Halloween.
Aunque es una práctica muy extendida en nuestro país en los últimos años, por desgracia, muchas familias cristianas preferimos no participar en las celebraciones de Halloween y no dejarnos llevar por la corriente, lo que a veces motiva incomprensión y malas caras por parte del vecindario, que no entiende el por qué de nuestra negativa.
Incluso, algunos cristianos a veces, tratamos de justificar que nuestros hijos se vean envueltos en estos ritos en el colegio o en la comunidad de vecinos, con fiestas y disfraces, que aparentemente son inofensivos. Es preciso para un cristiano, ir contracorriente, negarse al juego del «truco o trato» y no ceder en algo que parece inofensivo, pero que no lo es.
El relativismo tan común en nuestros días, nos hace considerar al demonio como una mera representación del mal, una idea abstracta, un personaje mitológico para asustar a los niños y en fechas como la de Halloween, desdramatizarlo y convertirlo en un objeto de diversión.
Pero el demonio no es una fantasía. Una de sus mayores victorias es hacernos creer que no existe o que si existe, no es algo tan malo como se pinta. El papa Francisco nos alerta: “A esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del mal ¡pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡Lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios!” (Homilía en Santa Marta el 30 de octubre de 2014).
Satanás siempre utiliza las mismas artimañas: engaña, confunde y crea división. A Eva la engañó en el paraíso presentando la tentación al pecado como algo atractivo, generando duda, haciendo cuestionarse el hecho de si realmente aquello podría ser tan malo.
Con la celebración de Halloween, hace lo mismo. Enreda a muchos padres para que traten de relativizar la seriedad del tema, y éstos lo hacen negando lo maligno y dañino que entraña el hecho, generando una opinión o una forma de pensar que les permita acomodar estas diabólicas manifestaciones a su propia conveniencia.
¡Cuidado! es ahí, precisamente, donde triunfa el diablo, en hacernos creer que aunque nuestros hijos participen disfrazándose de una forma «inofensiva», no lo celebran. El diablo nunca tienta con cosas desagradables o difíciles de hacer; tienta con lo sencillo, con lo fácil, con lo sutil…
Recuerdo una cita de Anthony Hopkins en la película de «El Rito»: «Aunque no creas en la existencia del diablo, ello no te libra de su influencia». Satanás disfraza todo, relativiza todo y desdramatiza todo.
Para aclararlo, éstas son 10 razones de peso para no participar ni celebrar Halloween:
1. Porque no es una celebración cristiana sino una adaptación de una fiesta celta pagana, que adoraba al dios de los druidas “Samhain” o “Señor de la Muerte”, mediante todo tipo de hechizos, magia, adivinación y de actividades paranormales.
2. Porque nos parece ridículo añadir una tradición ajena y que dista mucho de nuestro carácter y de nuestra cultura, ya de por sí netamente importadora.
3. Porque lleva implícita una actividad consumista que incita al gasto, alentada por el comercio, que favorece y fomenta una visión materialista de la sociedad.
4. Porque se trata de una oportunidad para dar rienda suelta a todo tipo de abusos y extra-limitaciones disfrazadas de gamberradas, en la que se da permiso para hacer el mal y que trasciende de cualquier celebración infantil, convirtiéndola en la noche “del todo vale”.
5. Porque no es una simple e inofensiva fiesta de disfraces para niños…sino un gran engaño: no hay magia blanca y magia negra, no existen brujas buenas y brujas malas. Sabemos que Satanás lo disfraza como algo divertido para ganar adeptos (y que mejor que empezar con los niños) pero oculta la propia finalidad demoníaca, aunque quien participe no sea consciente de lo que hace.
6. Porque además es una de las principales fiestas oficiales de satánicos, ocultistas, espiritistas y adoradores del diablo como la víspera del año nuevo de la brujería. Halloween es a un satánico, lo que a un cristiano, Nochebuena.
7. Porque Jesús nos dijo: “Vosotros sois la luz del mundo” y » Yo soy la Vida», con lo que participar en esta fiesta se aleja completamente de estas dos definiciones y de su sentido, puesto que se fomenta, por un lado, la oscuridad y la maldad y por otro, la muerte. Nosotros servimos a un Dios de luz, no de tinieblas.
8. Porque los cristianos celebramos el día de Todos los Santos (“All Hallows Day”), instituido por el papa Gregorio IV, en el año 835 y que da un contenido espiritual de esperanza a la muerte en lugar de prestarse a una celebración eminentemente lúdica y pagana.
9. Porque preferimos marcar diferencias y elegir una alternativa de alabanza, adoración y oración a Dios que nos aleje de las prácticas de este mundo y de su principal gobernante, el diablo.
10. Porque la Palabra de Dios es muy clara y nos advierte sobre ciertas prácticas que alejan al cristiano de Dios y de su gracia:
- “No toméis parte en las obras de las tinieblas, donde no hay nada que cosechar; al contrario, denunciarlas” (Efesios 5, 11).
- “Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras y todos los que aman y practican la mentira” (Apocalipsis 22, 15).
- “… No imites las costumbres perversas de aquellos pueblos. …que nadie practique encantamientos o consulte a los astros; que no haya brujos ni hechiceros; que no se halle a nadie que se dedique a supersticiones o consulte los espíritus; que no se halle ningún adivino o quien pregunte a los muertos” (Deuteronomio 18, 9-11).
- «No podéis beber al mismo tiempo de la copa del Señor y de la copa de los demonios ni podéis tener parte en la mesa del Señor y en la mesa de los demonios» (1 Corintios 10, 21).
- «¡Ay de aquellos que llaman bien al mal y mal al bien; que cambian las tinieblas en luz y la luz en tinieblas; que dan lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!» (Isaías 5, 20).
- «Se mezclaron con los paganos y aprendieron sus modos de comportarse. Sirvieron a los ídolos, que fueron una trampa para ellos; sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios» (Salmo 106, 35-37).
- «No se dirijan a los brujos ni a los que llaman a los espíritus; no los consulten no sea que con ellos se manchen: ¡yo soy Yavé!» (Levítico 19, 31).
Alberto cristianosdigitales.blogspot.com